MANDALA
I
Bellos los monjes tibetanos
que pintan un mandala con arena
que logran la más bella perfección en su diseño
y en vez de conservarlo lo destruyen
lo echan a volar con la fuerza del viento
solo para afirmar lo que sabemos:
nada es eterno.
Bella es la araña
tejedora
que va engarzando los
puntos de la trama
perfeccionando su red y su diseño
solo para enseñarnos la paciencia
y la calma.
II
Dejo atrás la violencia
que demasiada sangre salpica las ventanas
que el grito de la calle atormenta
tantas horas del día
poniéndola al oscuro
cuando es la luz del sol lo que da vida.
Vaya certeza.
Tantas vueltas para decir lo necesario.
III
Nada quedará de mi amor
de mi dolor de mi esperanza
serán consumidos por el fuego
que consume los sueños.
La vida avanza
como arenilla que la ventisca esparce
en el desierto.
Un grano te rozará quizás un día
germinará algo tuyo
en algún lugar de la galaxia.
Ya no serás el mismo
tendrás dos ojos nuevos
y un corazón latiendo
que nada sabe de la
muerte.
Todas las respuestas
son patrimonio de la noche.
IV
Imágenes que sueño.
Todo el misterio los habita.
Si solo pudiera detenerlos
copiar cortar pegar
como en los textos
solo para encontrar en ellos
la razón de todos mis desvelos.
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