Salida laboral

La mujer viaja en colectivo. Es joven, morena, luce ropas ajadas y demasiado grandes para su cuerpo delgado. Vuelve a Formosa. Le cuenta a su vecina de asiento que vino a Rio Turbio hace unas semanas, alentada por una tia, segura de cambiar su destino.
Solo bastaría con conseguir un trabajo y podría aspirar a una vida mejor.
Cuenta que en Formosa trabajó un tiempo en un restaurante, de siete a tres de la mañana, pero el sueldo era miserable. Diez pesos por noche, en negro, sin beneficios. Prefirió arriesgarse a lo desconocido. A cambiar de aire. Salir de los cuarenta grados de temperatura para entrar a un clima mas inhóspito. Dejar a su madre y sus hermanos y encontrarse con extraños.
La realidad la sacudió enseguida. La tía no la pudo tener mas de tres dias en su casa, luego le dijo que se arregle como pueda. Tuvo que dormir en la plaza una noche, y otra, y otra. El trabajo se hizo esquivo. La desconfianza de la gente le cerró las puertas.
Hasta que recibio unos pesos de unos parientes que le mandaron para el pasaje de vuelta.
Ahora sabe que al volver deberá trabajar mucho tiempo para pagar esa deuda.
Mira por la ventana masticando el sandwich de jamón y queso que será lo único que comerá por hoy.
La vecina de asiento le muestra el diario, la página de avisos donde se exhiben las fotos de mujeres semidesnudas ofreciendo maravillosos momentos.
¿No has pensado en poner un aviso como éste?
La mujer toma el diario entre sus manos.

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